No me siento parte de ningún sitio
- Mari Sh
- 23 sept
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 24 sept
Hay días en los que siento que voy con un mapa que no coincide con el terreno. Estoy aquí, pero no pertenezco del todo. Voy a un sitio y me siento visitante, voy a otro y me siento intrusa. Como si el mundo hubiera repartido lugares, grupos y etiquetas… y a mí se me hubiera olvidado recoger la mía.
No pertenecer duele. No es solo estar sola, es sentirse invisible incluso rodeada de gente. Es esa sensación incómoda de pensar: “¿Qué hago aquí? ¿Y si se dan cuenta de que no encajo?”. Y aunque nadie lo diga, dentro de mí resuena la voz que insiste: “No eres suficiente”.
Lo más complicado es que a veces esa falta de pertenencia me acompaña incluso con la gente que quiero. Como si hubiera una barrera invisible entre el resto y yo, una que me deja mirando desde fuera. Entonces me pregunto: ¿será que mi lugar no existe?
Con el tiempo estoy entendiendo que quizá pertenecer no siempre es estar en un sitio concreto o encajar en un molde. Tal vez se trate más de crear un espacio propio, donde pueda ser yo sin disfraces ni disculpas. Un lugar que no me excluya, porque nace desde mí.
Sé que no soy la única que se siente así. Y si tú también lo has sentido, quiero decirte que tu valor no depende de encajar. Que no pertenecer a ningún sitio a veces significa que estás destinada a construir un lugar nuevo. Uno donde otros, que también se sienten fuera, encuentren refugio.
Y aunque todavía me cuesta, quiero empezar a creer que no pertenecer también es una forma de libertad.






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